Las prácticas de un deporte pueden tener diferentes motivaciones y formas de impactar nuestras vidas.
Podemos practicarlo de forma profesional aficionada o simplemente por salud.
En el caso del montañismo este se rige por una serie de principios no escritos pero que todos los montañistas acá y allá conocemos.
El primer principio va asociado a un tema de seguridad, nunca se recomienda andar solo en la montaña, esta acción va de la mano con la capacidad de dar o recibir ayuda, sí también tenemos que ser capaces de recibir ayuda, cuántas veces nos cuesta esta acción, pues bien, la montaña no es la excepción, muchas veces nos perdemos y no pedimos ayuda, se nos acaba el agua o la comida y no pedimos ayuda.
Pues bien tenemos que siempre tanto dentro como fuera de la montaña estar en la capacidad de dar y pedir ayuda.
Este principio se enmarcar en dos cosas la solidaridad y empatía, aspectos a veces muy venidos a menos en nuestra sociedad y es acá en donde el montañismo se convierte en una filosofía de vida, la vocación de servicio es en resumen la disposición de ayudar en montaña también fuera de ella.
Tal aspecto (la vocación de servicio) se convierte con el tiempo en una forma de gestionar el liderazgo si enfocamos este principio que una causa.
Cuando pienso en el liderazgo desde la vocación de servicio recuerdo la ilustración en cómo operan los lobos en la naturaleza, el líder camina atrás velando porque todo funcione bien, el lobo como líder no es el dueño de la manada, la manada es dueña del líder y este se encuentra al servicio y en función de la manada.
Si nuestra sociedad funcionara de esta forma las organizaciones públicas y privadas serían más exitosas.
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